sábado, 9 de enero de 2010

Un clásico regional: el curanto en Colonia Suiza


Una pintoresca comarca ubicada al oeste de Bariloche, al pie del cerro López y a orillas de los lagos Moreno y Nahuel Huapi, es la capital del curanto en la Patagonia, la comida cocinada “debajo de la tierra”. Hace más de dos décadas que es sede de una gran fiesta anual, “Fiesta Municipal del Curanto”, que convoca a centenares de personas.

Hoy en día hay al menos seis lugares donde preparan el curanto en Colonia Suiza, que se puede degustar en cómodos restaurantes o bien en forma más campestre, debajo de un coihue, contemplando el paisaje. Durante todo el año se prepara los miércoles y domingos y en verano se suele servir también los sábados. El tenedor libre, que incluye 6 platos y postre, cuesta 68 pesos, pero también se sirve por porciones menores.

Víctor Goye es considerado el referente del curanto en la región y durante años dirigió el que se prepara para la fiesta anual, con ingredientes para más de un millar de personas. En el 2003 abrió su restaurante propio, donde se puede disfrutar de su elaborada gastronomía, con carnes y verduras que se cocinan sobre piedras calientes.­ En lo de Goye el curanto se prepara y entierra a las 12 y éste se destapa a las 13.45.

El curanto se sirve habitualmente al mediodía y mezcla reminiscencias indígenas con la herencia de los primeros colonos europeos. Al menú se suman habitualmente espectáculos folclóricos y una colorida y surtida feria artesanal, la más importante que hay en la zona de Bariloche. En el rubro gastronómico, además del curanto, Colonia Suiza ofrece variedad de empanadas, carnes a la parrilla y al asador, especialidades al disco, truchas, ahumados y sandwiches. No faltan los postres, rubro en el cual se puede elegir entre una gran variedad de tortas y tartas con frutas finas.

El vocablo "curanto" es de origen araucano, significa "piedra caliente" y es originario de la Polinesia, donde se prepara con pescados y mariscos. A través del Pacífico esta costumbre llegó al sur de Chile, donde los habitantes le incorporaron productos vegetales propios. Ya en la Argentina los pioneros suplieron los ingredientes marítimos por las carnes de vacuno, cordero, cerdo y aves.­

Víctor Goye, descendiente de los pioneros suizos, prepara un hoyo rectangular, de unos 30 centímetros de profundidad, donde enciende el fuego y calienta las piedras para colocar sobre ellas los productos comestibles. Los alimentos se cubren con hojas de nalca o pangue, bolsas de arpillera y tierra.­

Al cabo de unas dos horas la comida humeante se descubre en una singular ceremonia y está lista para comer. Precisamente no apurar ni estirar el tiempo de cocción es uno de los secretos fundamentales para lograr que los diez ingredientes salgan a punto. El curanto local lleva papa, batata, zanahoria, arvejas con queso derretido y zapallo, pollo, carne vacuna, cerdo, cordero, achuras y manzana.­

La historia al pie del cerro López recuerda que a fines del siglo XIX, llegaron los hermanos Camilo y Félix Goye, junto a María, viuda de Felley, con sus hijos. Procedían del cantón de Valais, en la Suiza francesa y arribaron desde Chile, donde habían residido un tiempo. En la región del lago Nahuel Huapi se radicaron en Colonia Suiza.

Durante su estadía en la zona aledaña a Puerto Montt los inmigrantes suizos adquirieron la habilidad para preparar el curanto sureño. El vocablo “curanto” proviene del araucano y significa “piedra caliente”, refiriéndose a esta particular forma de cocción.

Las tribus que poblaban las islas de la Polinesia, al carecer de vasijas donde cocer sus alimentos, excavaban un hoyo y ubicaban en el una pila de leña fina y sobre estas, piedras. Como primer paso encendían la leña, la que al consumirse dejaba caer las piedras al fondo del hoyo, sobre sus brasas. Sobre estas piedras calientes los nativos colocaban hojas de nalca o maqui, una variedad de pescados y mariscos, acompañados por vegetales, que luego cubrían con hojas, para después tapar todo con tierra.

Esta costumbre llegó con el tiempo a las costas de Chile, donde los pobladores las adaptaron, incorporándoles ingredientes y condimentos propios. Cuando la técnica de cocina cruzó la cordillera, y ante la carencia de pescados y mariscos, se comenzó a preparar con carne vacuna, cordero y aves.(ANB)

Fuente: La Angostura Digital

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Cascada Inacayal - Villa La Angostura - Patagonia Argentina