martes, 30 de noviembre de 2010

Las 15 dietas famosas que tienen riesgos para la salud


Fotos de chicas flaquísimas, supuestamente lindas. Publicidades donde la gente feliz no tiene un gramo de más. Las referencias de la cultura del consumo a un supuesto modelo corporal son las madres del problema que, ahora, parece ser mayor de lo que se creía.

Según lo plantea en un estudio la Agencia de Seguridad Sanitaria, Alimentación, Medio Ambiente y Trabajo (ANSES) del gobierno francés, muchos regímenes adelgazantes no sólo no son una buena alternativa para bajar de peso sino que conllevan riesgos para la salud.

Básicamente, dice que las dietas más populares no son equilibradas en términos alimentarios y que en un 95% provocan un aumento de peso cuando se las deja , ya sean las ricas en proteínas o pobres en glúcidos.

La agencia (equivalente a la ANMAT argentina) analizó en profundidad las 15 dietas más populares en Internet y venta de libros, entre ellas la Atkins, la californiana, la desintoxicante del limón, la de crononutrición, la Mayo y el régimen de la sopa de repollo.

Su informe de 160 páginas, publicado la semana pasada, evalúa los desequilibrios importantes que traen aparejadas en macro nutrientes (lípidos, glúcidos, proteínas), en vitaminas y en minerales, y que afectan en los niveles óseo, metabólico, cardiovascular, hepático, renal, digestivo y psicológico.


En más del 80% de estas dietas, los aportes en proteínas son superiores a los valores nutricionales aconsejados, e incluso muy elevados, como en el caso de la Dukan, que constituyen además su señal distintiva. Varias de ellas (en especial, la De la Zona, la Crononutrición y la Atkins) proponen aportes de grasas superiores a los niveles máximos recomendados. En tres de cada cuatro dietas, los aportes en fibras son inferiores a lo aconsejable, e incluso en algunos casos cerca de diez veces menores, como en las dos primeras fases de la Dukan.

El presidente del grupo de trabajo de la ANSES que llevó adelante la investigación, Jean Michel Lecerf, dijo que estas dietas “contienen pocas fibras, vitaminas y minerales, y demasiada sal”. Lo que, según él, hace que “personas que no tenían problemas de peso puedan pasar a estar en sobrepeso y desarrollar perturbaciones del comportamiento alimentario”.

En el caso concreto de las mujeres –de las que, de acuerdo con el informe, el 40% se considera “demasiado gorda” y el 60% desea pesar menos– los aportes en hierro recomendados rara vez son respetados. Varios regímenes (el Mayo, el Montignac, el Fricker) no cubren las necesidades en calcio, mientras que en dos de las fases de la Dukan los aportes son dos veces superiores a lo recomendado. La primera etapa de esta dieta aporta más de dos veces el máximo de sodio aconsejado. El aporte en vitamina C es muchas veces demasiado débil, en especial en las Dukan y Fricker, al igual que el de vitamina D, salvo para los regímenes Dukan fase 2 y 3, en donde es cuatro veces más elevado que lo recomendado.

Según Marcela Leal, directora de la carrera Nutrición de la Universidad Maimónides, la mayoría de las dietas actuales tienen que ver con una restricción alimentaria importante en nutrientes y con el consumo excesivo de otros. “Las dietas de moda no son soluciones a largo plazo si se desea bajar de peso. Muchas dan resultados en su comienzo, provocando un descenso de peso brusco. Sin embargo, pueden ocasionar graves consecuencias en el organismo . Prometen resultados no realistas, son difíciles de mantener en el tiempo y no son saludables”, explica la especialista.

Para Ana Jufe, nutricionista del Hospital de Clínicas, el problema no es tanto la dieta sino cómo se hace. “Es una herramienta que el paciente debe usar acompañado por un médico, por eso el problema es que se la haga por su cuenta y por tiempos indefinidos”. Leal coincide: “Intentar un descenso de peso sin asesoramiento profesional lleva a prácticas alimentarias desequilibradas”.

Para cerrar, Jufe deja una pregunta que bien podría abrir un debate más profundo: “Sería bueno también cuestionarnos por qué fabricamos cada vez más alimentos no nutritivos y potencialmente adictivos, generalmente económicos, que predisponen en gran medida a esta severa enfermedad”.

QUE ES COMER BIEN

La nutricionista Marcela Leal, de la Universidad Maimónides, elaboró las pautas de lo que es “comer bien”:

Consumir frutas y verduras, preferentemente crudas y de estación.

Los productos lácteos, como leche, yogur y quesos untables deben ser descremados.

Consumir cereales como arroz, avena, pastas, en versiones integrales, pues el aporte de fibra alimentaria es muy beneficioso para la salud.

Comer porciones pequeñas. No tentarse cuando ofrecen aumentar la porción, está demostrado que eso se traduce en sobrepeso y obesidad.

Cuidado con los alimentos densos en calorías como galletitas, dulces, helados, papas fritas, golosinas, pizza. No deben ser un hábito diario.

Consumir una mayor variedad de carnes rojas y blancas. Por ejemplo, incluir cortes magros de carne de cerdo, conejo y, fundamentalmente, aumentar el consumo de pescados.

Tomar mucha agua en detrimento de gaseosas.

PARADOJA DE LAS DIETAS EXTREMAS

Paradoja 1: en general buscan tratamiento consumidores sin exceso de peso ni riesgo, pero con sobrepeso cultural. Los obesos con patologías asociadas y alto riesgo, muchas veces ni siquiera piensan en un tratamiento.

Paradoja 2: las estrategias para perder peso en términos de alimentación se basan en reducir calorías y manipular la composición de la dieta (porcentaje de macronutrientes: hidratos, proteínas y grasas). Si bien es necesario que la persona coma menos, se utilizan dietas extremadamente bajas en calorías sin necesidad. ¿Para qué dar dietas de hambre si reduciendo 500cal/día, en 10 días se perderá 1 kilo?

Paradoja 3: el hambre oculta y la malnutrición de los que pueden comer. El déficit de vitaminas y minerales que nadie sospecha ni trata. En nuestro país la carencia de calcio y hierro constituyen ya un desafío sanitario. La baja ingesta de frutas y verduras se repite en diferentes estudios.

Paradoja 4: quizás la más dramática es la paradoja profesional. La cultura delinea su ideal estético. Las personas luego buscan dietas pintorescas, resultados rápidos y expectativas irreales. Las dietas heterodoxas no poseen evidencia científica. Sin embargo poseen demasiado espacio en los medios y son difundidas por famosos que se constituyen en modelos de comportamiento. Sin cuestionamientos, el respectivo gurú las transforma en meta-religión con muchos fieles seguidores.

¿Es acaso una opción terapéutica la delgadez a cualquier costo? ¿Es razonable excluir y demonizar alimentos? Es licito convertir el acto de comer en un ilícito? ¿Es ético embarcarse en un viaje hacia la desnutrición, el estrés del hambre, el rebote de peso y el trastorno alimentario? ¿Será que los kilos en la balanza son la dosis de certeza necesaria frente a la incertidumbre cotidiana? Será que así de vulnerables, las dietas por más heterodoxas, sean la errada manera de afrontarla?

Fuente: clarin.com

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